sábado, 25 de febrero de 2012
Anticiparse a los riesgos
Un libro donde se plantean aspectos interesantes. Es de pesada lectura y me ayudó a distraer en este largo viaje hacia Madrid.
En el derecho internacional se reconoce el principio de precaución por primera vez en 1987. Aparece en la declaración de la Conferencia Internacional sobre la Protección del Mar del Norte, celebrada en Londres en noviembre de ese daño
Francia ha sido uno de los primeros países que los han incluído en su derecho positivo, mediante la Ley Barnier del 2 de Febrero de 1995. Hay muchas razones que la sustentan:
- En 1995 el 56,23% de los casos de SIDA sobrevenidos tras una infusión de sangre en el ámbito de la Comunidad Europea eran franceses.
- En 1995 34 de los 52 casos de enfermedad de Creutzfeldt-Jakob inventariados en el mundo y subsiguientes a la administración de hormonas de crecimiento estas sustancias eran franceses.
- Las PIP de la actualidad.
-Todos los años se producen en Francia 10.000 fallecimientos como consecuencias de enfermedades "nosocomiales"es decir, afecciones que se contraen en los hospitales como consecuencia de cepas bacterianas resistentes a todos los tratamientso antibióticos, incluso combinados y que no se consigue eliminar.
Cuanto más grave es el riesgo potencial, menos tiempo deben esperar las autoridades públicas para tomar las medidas de precaución.
Cuando nos invade la incertidumbre respecto de los riesgos que estamos corriendo es precisamente el momento en que debería aplicarse la precaución.
No hay precaución perfecta y la eliminación de todo tipo de riesgo no es cosa de este mundo. Con todo, habría que tratar de evitar la asunción de riesgos innecesarios o, lo que es lo mismo en algunos casos, desconsiderados.
El números de muertes en el ferrocarril por millar de viajeros por kilómetro era de 210 en 1850, de 2,4 en 1957 y es de 0,1 en la actualidad.
En europa Occidental, el último cataclismo con consecuencias colosales tuvo lugar en 1908 en Italia, entre Mesina y Reggio de Calabria, con un saldo de 160.000 víctimas. Desde entonces no ha habido ningina catástrofe natural con un número de víctimas tan elevado.
En las máquinas del siglo XIX las máquinas sólo se paraban de forma excepcional y a menudo se confiaba a los niños, por su tamaño la tarea de engrasar los engranajes en marcha, lo cual provocaban numerosos accidentes. Los accidentes de trabajo eran frecuentes y a menudo resultaban mortales sin que las víctimas obtuvieran ningún tipo de reparación, sobre todo porque las responsabilidades no estaban claramente determinadas.
En 1906 hubo un accidente espectacular en la mina de Courriéres. Fue uno de los accidentes con mayor número de víctimas en la historia de la explotación minera: 1.100 muertos, cientos de inválidos permanentes, más de 500 viudas y 1.000 huérfanos. A esto hubo que añadir una huelga masiva (más de 50.000 huelguistas) y para terminar, el envío por orden de Clemenceau, de 25.000 hombres armados para restablecer la calma en una cuenca minera minera asolada no sólo por la revuelta, sino también por la miseria moral y material. El accidente no fue la consecuencia de la explosión de grisú, sino de la inflamación de una gran cantidad de polvo en suspensión de cuya existencia y sobre todo de su peligro casi no se sabía nada hasta entonces en Francia.
La paradoja a dilucidar es que nuestras sociedades son las más seguras que hayan existido jamás, y la mismo tiempo afirmar que son las primeras sociedades de riesgo en la historia.
El peligro es la tendencia de un sistema a dar lugar a uno o a varios accidentes. El riesgo posee dos propiedades: su probabilidad y su gravedad. La probabilidad mide las oportunidades que hay de que materialice. La gravedad mide el impacto de esta materialización por el daño correspondiente.
La comisión Europea tiene actualmente un litigio contra dos industrias farmaceúticas (Pfiser y Alfarma), que se oponen a una Directiva de Bruselas que prohibe el uso, en la alimentación animal, de antibióticos utilizados en medicina humana.
Cuando estamos seguros de que la amenaza se va a producir y conocemos su amplitud, ya no estamos hablando en el terreno de la precaución, sino en el de la prevención.
La precaución sólo tiene sentido en un contexto de incertidumbre científica. Preconiza la acción en el origen del peligro antes de que se elimine dicha incertidumbre. Si se elimina la incertidumbre y nos vuelven a colocar en terreno conocido, ya no se trata de aplicar la precaución, sino, de manera más clasica la prevención.
Hay prevención cuando se conoce el riesgo, y precaución cuando el riesgo no se conoce o es incierto.
El Principio de precaución puede ser considerado con todo derecho, como un principio de gestión moderna del progreso tecnológico, como uno de los medios de que disponemos para abordar lo que llamamos el desarrollo duradero
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