sábado, 10 de marzo de 2012

Libro "Seguir sin Tí" de Jorge Bucay

En la estación de Trenes María Zambrano de Málaga me encontré con este libro escrito a dos manos por Jorge Bucay y Silvia Salinas. Disfruto los escritos de Jorge Bucay.
Muy buen libro para reflexionar sobre las relaciones de pareja escrito en forma amena, con múltiples ejemplos. muy útil para hacer las reflexiones que plantea.
Yo digo que los libros aparecen cuando uno los necesita. Casi como decir que cuando el lector esta listo, aparece el libro. Comparto algunos apartes.

El trabajo es amarnos como somos y querer a los otros como son, aceptando el amor que pueden darnos porque ellos también han sido lastimados.

Amame cuando menos me lo merezco, porque es cuando más lo necesito.

Cuando las oportunidades no aparecen, casi siempre se debe a que hay uno o más aspectos internos que estan "saboteando"el encuentro.

Perder el tiempo en medio del conflicto, tratando de determinar qué porcentaje de responsabilidad la cabe a cada uno, es siempre una tarea estéril.

Quiero aprender a escuchar sin juzgar.
Quiero que nos enseñes a hablar de nuestra frustaciones sin reproches.
Quiero que aprendas a confiar en mí sin exigirme.
Quiero enseñarte a ayudarme sin intentar decidir poor mí.
Quiero aprender a discutir contigo sin pelear.
Quiero que me enseñes a cuidar de tí sin anularte.
Quiero parender a mirarte sin proyectar mis problemas en tí.
Quiero enseñarte a abrazarme sin asfixiarme.
Quiero aprender a cercarme sin invadirte.
Quiero que me enseñes a potenciar mis habilidades.
Quiero enseñarte a comprender mis limitaciones.
Quiero..que después de lo aprendido, yo de tí y tu de mí, seamos capaces de elgirnos mutuamente una vez más.
Igual que aquel día, pero mejor.. porque hoy, lo que más quiero es saber si eres feliz cuando estás sin mí y más feliz cuando estamos juntos.

Cuando dos que conviven comienzan a aburrirse, inevitablemente tienden a echar la culpa de su hastío al otro. Nadie, salvo quizá uno mismo, puede ser artífice del propio aburrimiento. Nadie, salvo cada uno, puede hacer nada para salir del agobio.

Sobrellevar una separación siempre, siempre es difícil. Después de una separación quedan guardaddos sentimientos que necesitan expresarse. Primero el dolor de sentirnos injustamente maltratados, humillados, engañados o abandonados. Nos ha dejado varados en el lugar de víctima "involuntaria"de las acciones del otro. Un sentimiento que si no se resuelve terminará en rencor.

Aunque lograr que un tribunal universal declarar su inocencia y la total culpabilidad de los demás, eso no evitaría la tristeza, eso no borraría el dolor de la pérdida. Está claro que el juicio de la razón casi nunca es un instrumento eficaz en cuestiones del corazón.

Lo más importante en el proceso de un duelo es aprender a enfrentarse con la ausencia de aquello que no está, es tolerar la impotencia frente a lo que se quebró, es hacerse fuerte para soportar la conciencia de todo lo que no pudo ser; ésta es la esencia del dolor que subyace a una pérdida y más allá de cualquier comprensible y necesaria catarsis, no se puede aliviar reclamando justicia, ni se puede sanar consiguiendo condena.

Para pasar al siguiente momento de tu vida, en el que todo será más nutritivo, deberás ponerte en contacto rpofundo con tu tristeza, aunque te lastime hacerlo.

Hubiese sido maravilloso que hoy me encantara tu forma de ser, como sucedió cuando nos conocimos.
Me hubiera gustado que hubieses actuado de la manera que yo necesitaba y deseaba. Seguramente tampoco yo actué de la manera que tú necesitabas y deseabas.
Pero tú no estás aquí para ser quien yo quiero ni yo para intentar volverme el que tú quisieras.
Cada uno es quien es, y compartimos desde siempre un deseo común, estoy segura: ambos pretendemos ser aceptados tal como somos.

Te quise mucho.
Todo lo que te di, lo di con ganas.
Tú me diste muchísimo y lo honro.
Por aquello que entre nosotros fue mal, yo asumo mi parte y te dejo la tuya aunque te doy las gracias por ambas.
Y ahora, te dejo en paz..

Porque eso es la culpa, un estado de disputa entre quienes somos y la idea que tenemos de como deberíamos ser. No queremos aceptar que sólo hacemos lo que podemos. Nadie ignora que pretender actuar siempre como "deberíamos"es una batalla perdida de antemano que consume nuestra energía y nos conduce a la amargura; y sin embargo, seguimos enfadándonos cuando no lo conseguimos.
Las semillas de la culpa llegan a nosotros en la niñez, y son sembradas en nuestra alma junto a la más temprana educación. La culpa nunca es innata. La culpa siempre es producto del aprendizaje.

Las mujeres medimos el paso del tiempo de acuerdo con el interés que tiene los hombres en nuestro cuerpo. ya no importa el envejecer, si es al lado de alguien a quien amamos, un hombre que a pesar del tiempo nos elige de entre todas las mujeres para compartir su vida.

Los ojos de la pasión lo cubren todo con un velo mágico, especialmente lo desagradable de cada uno. y si la pasión da lugar al amor, este sentimiento es capaz por sí mismo de prolongar por un tiempo más ese milagro, porque el amor, a su modo, también distorsiona lo que se ve en el ser amado. pero cuando sucede que la pasión erótica no s etransforma en amor, entonces el fuego se consume sin dejar casi huella, y la venda se nos cae dejándolo "todo" al descubierto.

El río caudalosos y altruista de la pasión erótica es tan intenso como breve, y cuando no desemboca en las serenas aguas del amor, se desvanece, absorbido por las resecas tierras de la indiferencia.

Cuando estoy en armonía, la soledad es un privilegio.
Si todas las noches lloras porque el sol no está, las lágrimas te impedirán siempre disfrutar de las estrellas. Os vais a amar sólo si sois quienes sois y os mostráis de esa manera.

Tu pareja es como un maestro que está contigo para enseñarte lo que te falta aprender.Un iluminado que nos enseña cosas importantes de maneras muy extrañas. La maestría de nuestra pareja y nuestra disposición a aprender nos coloca, si lo permitimos, en el camino de producir o recuperar la magia del vínculo. Si cada uno tiene la valentía de mirarse en ese espejo encontrará la clave para desarrollar sus aspectos en pugna o negados, y hacer crecer todas esas cualidades que veía en el otro y que creía no tener, y ambos podrán acceder al caudal amoroso e inagotable que todos tenemos dentro.


Los hombres tienen esa descomunal autoexigencia que les impone su enfermiza necesidad de saber con certeza que son capaces de satisfacer a su mujer incomparablemente, a toda hora y en cada oportunidad. Todo sucede si como para el varón fuera más soportable sufrir la soledad que cargar con la culpa que le genera sentirse sexualmente insuficiente.

Ya he aprendido, ha sido doloroso, pero no tiene sentido intentar cambiar a nadie.

Necesitamos darnos cuenta que no somos dueños de nuestro compañero o compañera. El otro puede cambiar (y cambia), puede irse ( y lo hace) , puede morirse ( y de hecho se muere) a veces para volver a nacer siendo otro en muchos aspectos. Pero preferimos dar por sentado que nada cambiará. Pero hay una certeza: nada permanece cosntante.

Las parejas duraderas están hechas de una sabia mezcla de cercanía y espacio. La verdadera pasión se mantiene descubriendo que nosotros los dos, somos un poco distintos cada mañana; y a partir de ahí, el sexo, la pasión, el deseo y la atracción por el otro pueden renovarse día a día. la felicidad tiene que ver con admitir sin excepciones que no podemos cambiar el pasado, aunque ciertamente podemos cambiar la forma en que interpretamos eso que pasó.

No hay conflicto que no tenga salida. Lo que cierra el camino no es el conflicto, sino el endurecimiento, el orgullo, la cerrazón.

Para recuperar la magia necesitamos volver a abrirnos, quitar los frenos a nuestra fuente de amor para poder mirar amorosamente, en cada conflicto, cuál en nuestro aporte. cómo podemos ayudar en lugar de cómo podemos vengarnos. Cómo sostener el alma del otro en vez de cómo podemos castigarlo. Cómo podemos aliviar su culpa y no cómo tomar revancha.

Eso es transformar la energía del enfado en un crecimiento y celebrar la vida tal como se presenta, sin intentar que sea otra.

No es necesario que nadie me dé lo que yo ya tengo. Nada nos falta. Pero sí precisamos, una y otra vez, de alguien que con amor sea el espejo en el que podemos vernos sin temor. Esa será la ayuda que me permitirá destrabar los mecanismos que nos impiden volverme la mejor persona del mundo
.



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